En la mañana de hoy, 26 de mayo de 2010, hemos tenido el segundo taller sobre TRABAJO y EMPLEO, dentro del diagnóstico que se está realizando, antes de la elaboración del III Plan de Igualdad.
Al primer taller asistieron representantes de INEM, Getxolan, Batuz, algún sindicato, Personas Discapacitadas, Policía Municipal y Enclave. Esta vez, la asistencia se ha limitado a dos mujeres de Enclave de Ciudadanas por Getxo, junto con la Técnica de Igualdad, Idoia Eizmendi, y las dos monitoras de Elhuyar, Naroa y Amaia. Se ha reconvocado esta reunión para el 15 de junio, con los mismos objetivos que la de hoy.
Al primer taller asistieron representantes de INEM, Getxolan, Batuz, algún sindicato, Personas Discapacitadas, Policía Municipal y Enclave. Esta vez, la asistencia se ha limitado a dos mujeres de Enclave de Ciudadanas por Getxo, junto con la Técnica de Igualdad, Idoia Eizmendi, y las dos monitoras de Elhuyar, Naroa y Amaia. Se ha reconvocado esta reunión para el 15 de junio, con los mismos objetivos que la de hoy.
Como desde Elhuyar nos habían enviado material para analizar datos y para completar las aportaciones que se hicieron en el primer taller, las allí presentes hemos intentado sacar algunas conclusiones previas.
Después de echarle un vistazo a las estadísticas, hemos concluido que muchos de los datos que aparecen sobre la evolución del empleo femenino en Getxo deben examinarse e interpretarse con más rigor que una simple lectura. Por ejemplo, se afirma en referencia al empleo en hogares y cuidados que “la mayoría de las personas entrevistadas accede al trabajo mediante contactos personales”, es decir, por acuerdos en la esfera privada. Y de ahí no se puede deducir que exista una falta de contratación legal, porque hay casos en que se procede a realizar contratos aunque el contacto se haya conseguido por relaciones personales y no a través de INEM o Lanbide. Además los datos no están desagregados por sexo, con lo queda oculta la desigualdad de partida de mujeres y hombres.
Otro ejemplo: se señala que la crisis ha podido suponer cambios en la demanda laboral de mujeres que antes no salían de casa y hoy, por mera coyuntura económica, necesitan aportar otros ingresos, pero no se recoge el hecho de que los sectores que han sobrevivido a la crisis o han capeado mejor el temporal son los de empleos más feminizados: servicios, sanidad, hostelería etc. Todo esto supone, en parte, aumentar la brecha salarial y seguir minusvalorando la aportación social del llamado trabajo reproductivo frente a la valoración del trabajo productivo.
En fin poco más que reseñar, salvo que hemos tenido una ocasión más para pensar sobre la complicada situación del empleo, para que en la próxima reunión repensemos estas y otras cosas con más asistentes…
Carmen Pino Pertierra
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