El Gobierno quiere impulsar la contratación de 150.000 mujeres mayores de 45 años. El hecho, en si mismo, se puede calificar de magnífico. Baja la calificación cuando conocemos el “Cómo”.
La diputada socialista Arrixu Marañon ha declarado que el desarrollo de la Ley de Dependencia está generando grandes bolsas de trabajo. Así aprovechando la conyuntura muchas mujeres “expertas en el cuidado de la infancia y de las personas mayores, pueden integrarse en el mercado laboral" y tener un derecho a una pensión; después de realizar una formación específica a través del INEM
Esta iniciativa es de cara y cruz. La cara de la moneda es que es una oportunidad para la visibilización y normalización de ese trabajo tantas veces desarrollado desde la economía sumergida. El trabajo se transforma en empleo y se regulariza. Las mujeres obtienen un salario. La cotización a la Seguridad Social les permitirá, a su retirada del mercado, obtener una pensión de jubilación. Pero, como toda moneda también existe la cruz. El rol del cuidado siempre ha estado asociado a las mujeres. Ellas han sido, son, y al parecer aún se fomenta que continúen ejercitándo su rol tradicional.
¿ Donde están las políticas transformadoras de profesiones estereotipadas de hombres y mujeres?. Para conseguir que las mujeres opten, desde la plena libertad, por empleos hasta ahora masculinizados, las administraciones públicas de todos los niveles deben aplicar medidas en ese sentido. ¡No continuemos trasladando al mercado laboral las tareas realizadas por las mujeres durante largo tiempo en el ámbito de la familia!. Los sectores de actividad no deben ser ni masculinizados ni feminizados sino compartidos por todas las personas: hombres y mujeres.
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