Así le llaman a I.B. padre de Asa, a quien salvó en la
víspera de su ablación, después de tres años de lucha.
Lucha con las leyes de los gobiernos de su país de
nacimiento (Guinea) que prohíbe estas prácticas, sin recibir siquiera
respuesta, y el de adopción, por traer a su familia y así salvar a su hija.
También con las ancestrales y aberrantes costumbres, que
hablan de la salvaguarda del honor, que ¡qué casualidad!, siempre
recaen en perjuicio de las mujeres.
I.B.
tuvo que engañar a su propia madre, retrasando la ceremonia, porque como él
mismo dice «Mi religión no habla de
ablación. Tenía dudas, y la cultura de aquí me ayudó a ver que es un horror.
Convencí a mi mujer y decidí sacrificar mi vida para que no le hicieran la
ablación a mi hija».
Consiguió
ayuda de varios estamentos gracias a la labor de dos abogadas de MIGRACIONES LA MERDED, Sonia Rallo y
Patricia Fernández Vicens, donde fue a buscar empleo y contó su odisea para
salvar a su hija de una mutilación, que no sólo le impediría en el futuro tener
relaciones placenteras y libres, sino que correría un gran riesgo de sufrir
infecciones, malformaciones y en ocasiones, hasta de la muerte.
Enclave
aplaude a este hombre por luchar por su hija y anima a los demás a que se
unan en la lucha por desechar las
costumbres erróneas y mutiladoras de las mujeres, en beneficio de un futuro en
igualdad.
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