Nos ha sorprendido la actitud de algunas mujeres de nuestro país que, en las últimas semanas, han adoptado una postura realmente inexplicable en pleno s. XXI, sobre todo por la repercusión pública de sus opiniones, ya que se trata de representantes de sectores significativos y que debieran ser modélicos.
Nos referimos a que, por una parte, una mujer de alto rango social haya declarado reiterativamente que firmó una serie de documentos , constitutivos de delito (desfalco, desvío de fondos públicos , corrupción continuada, etc.) sin conocer el significado de lo que firmaba, ya que lo hacía por amor y por la confianza ciega que tenía en su consorte.
¿Es esto admisible en 2014?
Por otra parte hay un colectivo de mujeres , militantes de un partido político que gobierna en mayoría absoluta, que han votado (en votación secreta) a favor de la tramitación de una ley cuyo contenido repudian parte de ellas, valiéndose del argumento de "hacer masa" con su partido en vez de "hacer caso" a su conciencia.
Unos días después, alguna de estas mujeres, militantes pero sinceras, ha votado por la retirada de esa ley, claramente lesiva para las mujeres, y ha defendido su postura públicamente, si bien incurrió con su voto secreto, anteriormente, en el irracional comportamiento de "obediencia ciega", al que los partidos suelen someter a su militancia.
Como decía Rosa Regás, este fin de semana, en una columna publicada por un diario de gran expansión ¿qué pensaría Clara Campoamor de unas mujeres que en pleno s.XXI, se escudan tras Cupido o Zeus para confesar sus comportamientos, ciertamente, muy alejados del empoderamiento por el que venimos luchando hace más de dos siglos?.
Desde "ENclave" hacemos votos para que las mujeres demuestren que son adultas y que "amar" no significa ignorar o actuar con los ojos vendados y la pluma, o la voz, dispuestas a colaborar en cualquier tropelía.
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