domingo, 22 de mayo de 2011

LA CIUDADANIA DEL ARRIAGA



Las personas indignadas vascas se quejan de la crisis, las dificultades para acceder a un empleo y del olvido de la clase política. El único vínculo de todas estas personas es el convencimiento de que “así no se puede seguir” y que es hora de recuperar la calle y la condición de ciudadanía comprometida.

Amaia «Como en Grecia antigua, la ciudad debe ser un lugar para discutir»

Su formación filosófica la retrotrae a la Grecia antigua de los grandes pensadores. Se ha leído a todos y de todos saca la misma conclusión: «La ciudad se inventó como un lugar para hablar y discutir». Nada que ver con la calle actual, «que se ha vuelto mucho más fascista. Todo está prohibido. Y ya con las ordenanzas del Ayuntamiento de Bilbao la cosa ha quedado en las últimas», se queja esta vecina del Casco Viejo de la capital vizcaína. Por eso, la cita del Arriaga, la considera «una oportunidad para estar en la calle haciendo cosas que normalmente no se hacen. Hablar, oír, escuchar, participar...».


Maider y Eider «Nos manipulan para que no pensemos, para que no hablemos»

Estas dos jóvenes estudiantes de Bellas Artes se toparon con un periodista y aprovecharon la ocasión para canalizar sus quejas. «Desde los medios nos están manipulando para que no pensemos, creemos que no tenemos ninguna oportunidad de expresarnos, de hacer ver que no estamos de acuerdo con la situación y que queremos cambios». Las dos esperan que «esto sea el inicio de algo».


Carmen, esta licenciada en Economía, sólo ve reconocida su formación con un puesto en la cola del paro. Sin embargo, ella se ofrece a dar una completa lección sobre el deterioro financiero global a cualquiera que se acerque. «Sabemos que estas crisis son a nivel mundial, pero aquí necesitamos un cambio de filosofía profundo. Aquí no se precisan grandes alteraciones, se precisa únicamente voluntad política. Nada más».

Cuando llegó a El Arenal comprobó que había otras personas como ella. «Pensé que era un eslabón perdido, una rara, una soñadora. Pero veo que hay mucha más gente que piensa como yo. Ya no es un color político, una tendencia, de izquierdas o de derechas. Es una forma de ver la vida. Y en sus sueños todavía anida la esperanza de que «se puede tener un mundo mejor con un poco de voluntad de los políticos». Para ello confía en uno de los pocos movimientos con el cual se siente identificada, la ciudadanía del Arriaga.
 
Sus intenciones son claras. «No queremos que los ricos sean pobres, queremos que los pobres sean menos pobres».








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