domingo, 13 de septiembre de 2009

La Perspectiva de Género desde una visión tradicional


Hay veces en que la Teoría de la Perspectiva de Género sufre un reduccionismo, circunscribiendo el género a lo femenino y a los esfuerzos por incrementar la participación de las mujeres, su empoderamiento, la satisfacción de algunas de sus necesidades y su acceso a algunos recursos. En casos extremos se vuelve, en algunos vocabularios especializados, como equivalente de mujer.

De esta manera se pierden objetivos básicos de estas acciones: la mejor comprensión de la realidad, la reorganización de la sociedad, la reconversión económica y política, y el tejido de nuevas relaciones igualitarias, equitativas y justas.

La contradicción fundamental puede estar en el hecho de que algunas acciones públicas o civiles, que se pretenden con perspectiva de género, pueden haber sido imaginadas como concesiones a las mujeres consistentes en tomarlas en cuenta, nombrarlas y gastar recursos en ellas, sin considerarlas realmente significativas.

Hay quienes inician proyectos con perspectiva de género desde concepciones patriarcales consideradas inmutables, ignorando que la perspectiva de género conduce paulatinamente a modificar creencias, valores y principios. Desde la identificación de género con mujer en la acepción patriarcal, las intervenciones resultan sorprendentes cuando desencadenan conflictos y procesos no pronosticados en los que las mujeres, vistas como simples destinatarias pasivas, aprenden más de lo que se pretendía enseñarles, se organizan de maneras no planeadas, adquieren recursos no programados y siempre quieren algo más de lo que se había previsto llevarles.

Quienes entienden así la perspectiva de género lo hacen como simple obligación que no han elegido consciente y voluntariamente en su trabajo o en su acción social o política; no tienen una convicción ni una necesidad vital, y no se identifican con la ética ni con la filosofía inherentes a la perspectiva de género.

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