En 1940 Joan Fontaine apareció en la película de Hitchcock "Rebeca" luciendo una chaqueta de punto que se cerraba con una hilera de botones. A partir de ese momento ese tipo de chaquetas se llamaron rebecas, y la palabra entró en la Real Academia Española (RAE) por la puerta grande de su diccionario. Así de fácil, por la fuerza del uso.
¿Entrarán en el diccionario de la RAE webcam, chatear (en un chat), sudoku o burka ? Probablemente, es solo cuestión de tiempo. De momento, aunque no están en él, las usamos en la calle y en los medios de comunicación, sin problemas ni rechazos. Entonces, ¿a qué viene rasgarse las vestiduras porque la ministra Bibiana Aído ha utilizado la palabra miembra?
Alguien debió de emplear por primera vez en un espacio público palabras no incluidas hasta entonces en el diccionario de la RAE que fueron admitidas posteriormente, como zulo, guay o flipar. Han entrado sin dificultad, por la fuerza del uso. Y se han usado mucho antes de entrar en la RAE porque nadie se ha caído de espaldas cuando se empleaban en la calle y en los medios de comunicación.
Estamos en el 2008, y en el 2008 hay carpinteras, fontaneras, ministras, médicas y jefas. Palabras admitidas por la RAE. También hay soldadoras, pilotas y soldadas, no admitidas por la RAE. ¿Hay que decir mujeres soldadores, mujeres pilotos y mujeres soldados?
Y respecto a la RAE, los que deciden lo que entra o no entra en su diccionario, ¿lo hacen con perspectiva de género?
Me temo que hay pocas mujeres en ese espacio sagrado del español y no muchos hombres sensibilizados por el lenguaje no sexista. En estos momentos hay 37 hombres y 3 mujeres (Ana María Matute, Carmen Iglesias y Margarita Salas). Y es bastante significativo el caso de María Moliner, que trabajó desde 1952 y durante años en el Diccionario de usos del español, uno de los diccionarios del español más consultado, completo, útil y minucioso. Su candidatura para entrar en la Real Academia de la Lengua en 1972 fue rechazada; hubiera sido la primera mujer académica.
¿Por qué no emplear, sin más, miembra, soldada, pilota, etc, hasta que su sonido no nos produzca sorpresa, como no nos lo producen ya sus protagonistas? ¿Por qué ponerle pegas al uso cotidiano de estas palabras, si no lo hacemos con otras?
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