viernes, 22 de enero de 2010
¿Con escasa movilidad puedes ser una mujer empoderada?
¿Con escasa movilidad puedes ser una mujer empoderada? Esa es la pregunta constante que zumbaba en la mente de la que escribe durante la mañana de ayer en el Hospital de Basurto donde acudí para la primera cura, después de una intervención quirúrgica de articulaciones: “tenodesis peronea”.
Cómo miembro de Enclave, desde hace 2 años, participo en reflexiones y debates sobre el empoderamiento y las mujeres. Existen definiciones “oficiales” múltiples sobre Empoderamiento. Para mi, la que más me gusta es la más sencilla. Sirve para “andar por casa” y viene a ser algo cómo “potenciar tus propios recursos personales y ser una mujer segura, independiente y con capacidad para tu toma de decisiones”.
Así, con el total convencimiento de ser mujer empoderada y por tanto capaz de ir sola, ser atendida en traumatología, realizar los trámites correspondientes y regresar, por último, a casa “sana y salva”; inicio mi aventura en ambulancia con la pierna derecha inmovilizada, ¡Ingenua! ¡No tenía ni idea de los obstáculos e impedimentos que me esperaban al acecho!.
¡Ahi va la secuencia de hechos !!
¿Viene sola?. 9,30 horas de la mañana. Saludo del conductor y acompañante de la ambulancia.
¡Qué estoy aquí!. -Esa soy yo-, 10,30hs, llamando la atención de mi presencia en medio de la Sala de Trauma, abarrotada de gente, donde los de la ambulancia me había colocado en silla de ruedas y con la pierna sobre una silla. Toman nota y me ponen un tabla debajo de la pierna inútil, después de un par de preguntas con “peros” de obvia contestación. ¿Pero que hace ahí?. ¿Pero, nadie le ha colocado bien la pierna?.
Pero, ¿ha venido sola ?. A las 11hs. Nueva pregunta del enfermero que me traslada a la sala de curas. La cura de unos 15 minutos de duración es acompañada de una pequeña regañina !Cómo se le ocurre venir sola!. ¡Debería haber sido trasladada por un celador!....!
El objetivo de mi aventura, la atención sanitaria, termina con el comentario del médico: “venga la próxima semana para la siguiente cura”, y “espere aquí a que llamemos a un celador”. ¡Que otra cosa podría hacer que esperar y escuchar la pregunta zumbante en mi cabeza: ¿con escasa movilidad puedes ser una mujer empoderada? !
Al fin, a las 11,30hs., llega mi salvador: ¡un celador!. Pues no. No me salva del todo. Simplemente me proporciona un poco de oxigeno para que no me ahoge. Empuja la silla de ruedas con entusiasmo hacia la ventanilla de solicitud de citas. ¡Caramba que dificil es dirigirte a una persona sentada detrás de un mostrador, desde mi baja posición en la silla de ruedas y eso de que yo de bajita nada; mido 1,67 cms.! En la siguiente ventanilla perdí la paciencia, cuando el celador me comenta de que no puede estar más tiempo conmigo, debido a urgencias existentes en el Hospital. De nuevo. Esperando....
Mi aventura finaliza a las 13hs. ,cuando aterrizo en casa en otra ambulancia que más se parecía a la furgoneta de reparto de Coca-Cola. Había recogido a un par de pacientes en diferentes pabellones del hospital. Por supuesto pacientes acompañados que me hicieron la pregunta de la mañana. ¿pero ha venido sola?. La pregunta todavía me ronda en la cabeza , a pesar de estar ya a salvo en casa. Definitivamente, no repito la aventura .¿Soy una mujer menos empoderada de lo que pensaba?.
Teresa García Oviedo
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