A estas alturas nadie duda de la trascendencia de los medios de comunicación y del marketing en la transmisión de valores, de estereotipos y roles. Las mismas personas profesionales implicadas lo saben y hay un pacto no escrito para respetar los valores éticos que nuestra sociedad trata de defender e impulsar.
Por eso sorprende tanto que una empresa que llega a cientos de miles de usuarios, como Max Center, recurra a una imagen y a unos textos tan discriminatorios, tan burdamente sexistas, como los de la campaña dirigida a niños y niñas recientemente.
No vamos a entrar mucho en los detalles, que por otra parte no tienen desperdicio: la posición de las piernas de la niña, su pose mirando a la cámara, mientras el niño está pensando ¿en victorias, en ascensos? Salvo por los colores o el estilo de la ropa, hubiéramos pensado que era una campaña de hace treinta años o más. Pero no, esto se ha hecho en el 2009.
Todos las personas que trabajan en la prevención de la violencia hacia las mujeres tienen claro que ésta deriva de la situación de desigualdad ancestral de mujeres y hombres. A mayor igualdad, más respeto. Y también se sabe que es fundamental educar en valores igualitarios desde la infancia y la adolescencia, para evitar las situaciones de malos tratos, tan frecuentes como invisibles, que sufren muchas mujeres.
Por esa razón, ésta no es una campaña más, no podemos dejar de darle importancia.
¿Qué podemos hacer ante hechos como éste? Habrá personas que estarán una temporada más o menos larga sin pisar el centro comercial, como castigo. Otras no le darán importancia, o si se la dan, seguirán comprando allí, porque otro lugar les resulta más dificultoso o menos rentable.
¿Y si MAX CENTER establece un Compromiso Ético con la Igualdad, que obligue a sus anunciantes y comerciantes?
¿Por qué no se compromete formalmente con la difusión de imágenes y textos igualitarios, por qué no se compromete a utilizar el lenguaje incluyente?
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