El 27 de noviembre, Iñigo Iturrate, Director de Igualdad y Derechos Humanos de la Diputación Foral de Bizkaia, presentó en Romo sus reflexiones en la charla “Redefiniendo roles: masculinidad, hombres y violencia”.
Iturrate habló del papel de los hombres frente a la igualdad, los modelos masculino y femenino, los costes de la masculinidad, las razones para el cambio de modelo masculino,… No podemos estar más de acuerdo con sus aspiraciones, aunque nos suenen inalcanzables, ¿podrá verlas realizadas nuestra generación?
La Dirección de Igualdad y Derechos Humanos fue creada en el 2007, en dependencia directa del Gabinete del Diputado General, si bien la Diputación lleva unos cuantos años trabajando en materia de igualdad. En el año 2000 se presentó el primer Plan Foral para la Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Hombres, y Políticas de Género en Bizkaia, para el periodo 2000-2003, revalidado posteriormente para el periodo 2004-2007.
¿Qué resultados se han obtenido en nueve años de planes forales de igualdad?
La ciudadanía sabemos cómo valorar la rentabilidad social de los presupuestos destinados a carreteras, sanidad, educación,… porque los resultados son tangibles y visibles, y afectan a nuestro bienestar de forma inmediata. Sin embargo, no sabemos cómo evaluar los beneficios obtenidos de los presupuestos destinados a potenciar, promover o impulsar valores, cuya inserción en nuestros hábitos se vislumbra de largo recorrido. ¿Qué habría que valorar para poner la nota en igualdad a la Diputación: el esfuerzo presupuestario y humano realizado o el cambio de valores producido como consecuencia del mismo?
Muchas mujeres pensamos que los cambios producidos han estado muy por debajo del esfuerzo público realizado. Se ha avanzado, pero ha sido por el coraje y sacrificio de las propias mujeres, más que por el esfuerzo de las instituciones públicas, algunas de las cuales no son precisamente un referente de igualdad.
Analicemos los avances en igualdad de la propia Diputación Foral de Bizkaia: ¿qué porcentaje de mujeres trabaja en sus puestos de decisión?, ¿quién lleva la responsabilidad en las familias de sus trabajadores? ¿cuántos de sus hombres concilian vida laboral y personal?
Volvamos al papel de los hombres. Algunos grupos pequeños y aislados de hombres han empezado a movilizarse por la igualdad, unos a través de iniciativas ciudadanas, otros en iniciativas institucionales con incidencia mediática, como Gizonduz, que parece haber arrancado un compromiso con la igualdad a muchos hombres destacados de la sociedad vasca. Puede ser ejemplarizante, si llega a las conciencias de otros ciudadanos.
Reflexionemos sobre el tipo de igualdad en la que creen los firmantes de Gizonduz. Cuando vuelven a casa o al trabajo, ¿tratan a las mujeres con las que conviven como a iguales? ¿se ocupan de las responsabilidades familiares? ¿valoran igualitariamente a las mujeres en su entorno laboral? ¿siguen los deportes en los que participan mujeres? ¿conocen a las mujeres que hicieron algo en la historia de nuestros pueblos?
Todos los esfuerzos en la dirección de la igualdad son de agradecer. Pero las mujeres necesitamos que el proceso se acelere. ¿Cuántas generaciones de mujeres van a seguir teniendo dificultades para acceder a puestos de decisión económicos, políticos y sociales en las mismas condiciones que los hombres?
El empoderamiento de muchas mujeres no necesita de los esfuerzos públicos, ellas lo han conseguido ya. Lo que necesitan las mujeres es un cambio en los valores de los hombres. Porque son ellos los que construyen el techo de cristal, los que se inhiben de las responsabilidades familiares, los que utilizan la violencia contra sus compañeras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario